No tuvieron miedo de perderse
en el triste mundo de lo adulto.
Mantuvieron jugosas ventajas
en forma de estúpidas sonrisas.
La alegria se los merendó y no hubo
quien tuviera valor suficiente
para amargarles su incoherente
inocencia de verano.
Bailar a los trece no tiene secreto.
Y bailaron noche y día,
en el estómago de la alegría.
El horrible mundo continuaba
real, paralelo y ajeno.
Pero una voz estridente con forma
de conciencia moribunda,
sembró desorden, sembró dolor.
Interpelando lo prohibido,
interpelando la dulzura.
Así no había quien bailara
y las sonrisas de desvanecieron,
se esfumaron, y la alegría,
como parece que debe siempre ocurrir,
al final empezó a digerir.
En Kärlekshistoria
En cuanto dejas de ser niño,
ResponderEliminarya la has cagao!!!
Me ha gustado mucho, se sale un poco de tu línea habitual, es diferente, sí...
Un besito
Lala