Siempre estuve allí, al borde de tu abismo
y no sabía que estabas conmigo.
Me giro, te veo, te odio y te adoro
sin que merezcas la más mínima de las penas.
Y ahora por siempre he de estar aquí,
en mi abismo más profundo y apático,
añorando estar arriba, contigo, en el borde de tu abismo.
Me he condenado al ostracismo más ausente.
De abismo a abismo y tiro porque me toca?
ResponderEliminarLo de estar en un abismo, sea en el fondo, sea en el borde, en el propio o en el ajeno, no pinta nada bien!
Claro, que echamos mano de las palabras más trágicas y a veces con ellas representamos todo lo contrario.
No te condenes a nada, hombre!
Sálvate!
Muakss!
Lala