7 de enero de 2009

En la senda de los sin ganas

Vistiendo, galán, mi sombrero de copa,
me presento en la corte de los sencillos.
Llamé a la puerta y nadie contestó
asi que entré sin más aviso que mis avances.
Sin paciencia me hice sitio en una butaca
ocupada por un chaval de pelo corto.
La aplasté y lo adapté según mi parecer
a aquello que todos deberíamos hacer.

Allí me entretengo en juegos tontos,
de poca valentía y de poca validez.
Juego a ganar, dejando de lado las reglas
y me empacho de sudor cuando pierdo una vez más.
Me hago el loco y no escucho a nadie,
me subo al podio y mis oidos convierten
los más duros de los abucheos
en los vitores más gloriosos.

Sin regodearme en aquello más sano
presto atención a las lecciones de vida,
me apropio de las soluciones sencillas
y sigo a aquellos que no quieren avanzar, solo estar.
El viento caliente que aspiro no me deja respirar,
cierro la boca y animo a mis pulmones
para que aguanten hasta el final de la senda,
se que al final todos podremos ganar.

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