23 de febrero de 2011

Como un Sísifo de piedra

Sin dotes de excelencia me acerco al que creo es mi destino.
Hace tiempo que dejé las luchas y aburguesé mis pretensiones.

La pasividad se instala en mi intestino,
que parece saber más que yo de la vida.
Y ante mi futuro me quedo inmóvil,
sabiendo de la inutilidad de mi trabajo.
Me vuelvo un Sísifo convertido en piedra.

Si los hechos no fueran malditos,
si mi condena no tuviera como punto de inicio
la tragedia de mi sino estúpido y adolescente,
si mi cabeza tuviera la capacidad de aprendizaje de mi niñez,
todo lo que cuento no sería más que palabra pasajera,
no sería más que pensamiento vano y divertido.

Pero las experiencias cada vez pesan más, se atragantan.
Por eso mi estómago ruge, como protesta por mi no saber hacer.

3 comentarios:

  1. Comparto ese sentimiento torpe de pasividad e imbecilidad mental que parece haberse apoderado de nuestros pulsos, impulsos y motivaciones.

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  2. Es cierto que muchas veces siento que este sentimiento es bastante extendido. Imagino que es la realidad en la que nos vemos inversos, las señales que nos mandan y como nos dicen que es el mundo en que vivimos. Todo eso desespera un poco y nos vemos aturdidos.

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  3. Jose, todo pasa. Vendrán tiempos mejores, y lo sabes :)

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