17 de marzo de 2009

A un día de distancia de París

Hay veces que sin más
las luces dejan de cegar,
el martillo deja de golpear
y las nubes se abren sin saber,
si es azul o gris el infinito,
si es cierta o no esta dicha.

Y no duerme la esperanza
en estos días de calor,
estando a punto de inmolarse
los instintos del terror.
Lineas divertidas que respiran
y la vejez queda tan lejos.

Desayunar a la luz de las velas
y cenar con la idea de vivir.
Tanto anhelo esas pasiones,
que no hacían si no anidar,
en corazones pasajeros,
en carretes de nostalgia.

Y hoy la violencia muere
a los pies de un día feliz,
y más que aprecio por el destino,
me siento en deuda con la verdad.

Sin registros ni proposiciones,
sin cesiones a la tontería del pensar.
Me arriesgaría a ser un ignorante
por un trozo caliente de esta dicha,
si tuviera la presencia innata
del tiempo infinito en un zapato.

Y ya amanece sin necesidad de perdón.
Y ya oscurece,
con la impaciencia puesta en el mañana.

1 comentario:

  1. Cierto, a un día de París, pero a un sólo pensamiento de la felicidad!
    Y todo nubarrón se esfuma, dejando paso a la claridad de unas manos ansiosas y limpias.
    Y un baño de espuma interior trae el relax previo
    a la impaciencia...

    Que lo pases muy bien!
    Disfruta y sé feliz! :D


    Un beso


    P

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